Debo aclarar algo, yo soy de origen muy humilde. Mi familia es de un pueblo muy humilde de pescadores en su gran mayoría. Salí de mi casa a los 16 años con el sueño de estudiar y trabajar, algo muy general ahora que lo pienso. La meta era trabajar, necesitaba estudiar para conseguir un buen trabajo, y creo que muchos años pasé con ese pensamiento, porque eso fue lo que aprendí en casa y en mi entorno. Mis padres eran trabajadores, mi padre en la calle, de lo que saliera, camionero, albañil, pescador, carpintero, hasta encargado de una bar-licorería donde yo también trabajé con él unos cuantos años hasta que salí a hacer mi vida. Mi madre era ama de casa, la que criaba a los hijos, que eran unos cuantos, pero también trataba de aportar, hacía empanadas y yo las vendía en la calle, tejíamos chinchorros, era costurera, y todos de niños colaboramos en estas tareas, a las buenas o a las malas, pero debíamos colaborar, eso nos dio la fortaleza y la enseñanza de tener disposición al trabajo, que no es algo malo, es buenísimo, tener inventiva, ser ágiles, versátiles para la vida. Pero nunca nunca, mis padres nos enseñaron o por lo menos a mí, que había la posibilidad de ser ricos, yo creo que ellos lo tenían claro, no estaba dentro de sus metas, no creo que les pasara por la mente, y si les pasó, nunca lo creyeron posible. Acá quiero aclarar otra vez, no estoy diciendo que éramos pobres y desdichados, no. Tengo mil recuerdos felices y acá me vienen a la cabeza muchas cosas que quisiera contar pero voy a tratar de dar un par de ejemplos para ilustrar que no fue una vida desdichada pero fue una vida llena de carencias que uno veía como normales y allí está lo que quiero resaltar.
Por ejemplo, puedo recordar uno o dos regalos de niño, muy niño y siempre en navidad, los traía el niño jesús; que me hicieron feliz. No todos los años había regalos, cuando digo que recuerdo dos, es por creo que esas dos navidades fueron especiales porque el niño jesús pudo traerme algo, los demás años no hubo. Esa carencia nos hacía volcarnos a llenar esa falta de juguetes con otras cosas. No era yo nada más, eran todos los niños del pueblo, mis primos, mis vecinos, y así todos. A falta de carritos, bueno era una lata de leche en polvo, llena de arena o tierra para darle peso, que era atravesada en el fondo y en la tapa con un clavo y por allí se pasaba un alambre, que sobrara a cada lado unos 15 o 20 centímetros. a cada punta del alambre amarramos un hilo para hacer una asa ajustada a nuestro tamaño; y listo. Ese era un carro. Había quienes hacían de varias latas, etc. Otro juguete era una lancha con una espiga de los cocos. La mata de coco, cuando echa un racimo de cocos, estas vienen en una espiga que se abre y crea una concha con la forma básica de una bote. Bueno, con eso fabricamos lanchas para que surcaran en los charcos en tiempo de lluvia.
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Era infeliz, no! fui muy feliz, recuerdo después de tanto tiempo, tendría unos 5, 6 o 7 años, yo era el único varón que quedaba en casa, ya que mi otro hermano ya era adolescente y su entorno era otro y yo le seguía a dos hermanas. En el fondo de mi casa, que de niño me parecía inmenso, ya después de tiempo me dí cuenta que era solo una percepción, yo era pequeño y mi imaginación del mundo era diferente. Lo cierto era que me parecía que era como una cuadra entera la casa, es decir, el terreno que abarcaba la propiedad, que no era tal como ya dije. En el fondo, mi papá había construido una enramada, que es un espacio pequeño para tomar sombra, con cuatro columnas que eran unas palos de árboles del cerro (una montaña que estaba pasando la laguna); y el techo era de palmas de coco. Lo cierto era que en ciertas épocas del año, hacía mucho fresco, mucha brisa del mar, (vivíamos cerca del mar); lo cierto es que allí tengo un recuerdo de haber construido en miniatura una pequeña ciudad, y recuerdo haber jugado mucho tiempo allí. El piso era de arena, esto no debió haber durado mucho, pero recuerdo que fueron varios días (que pudo haber sido uno o dos). Pero lo que quiero rescatar es que esa sensación de estar feliz, creo que es lo que hace que ese recuerdo, aún después de unos treinta y tantos años, pueda llevarme a sentirme en un estado de bienestar.
Esa emoción de ese momento, es lo que quiero sacar con una pinza y guardarlo, porque ese tipo de emoción o sentimiento es lo que conecta con la Inteligencia Infinita, pero se nos va como agua entre los dedos, en la maraña de pensamientos que nos pasan por la mente. Muchos años después, me doy cuenta que era humilde o pobre como se quiera definir, pero no tenía conciencia de querer ser rico. Quizás uno llegó a decir, quiero ser rico para esto o esto; o si yo fuera rico tal cosa, pero realmente nunca me paso por la mente concretamente la idea de ser rico como un objetivo válido en la vida, era como que si los ricos eran o ya estaban completos los cupos, creo que nunca pensé en eso. Bueno, cuando digo rico es a tener comodidades y bienes que hicieran la vida mejor. Fue cuando tenía unos 20 años que no recuerdo como ni donde empecé a tener la interrogante o hacerme la pregunta ya no como un simple decir. Quizás para esa época que ya tenía responsabilidades y había salido de mi casa, y si no trabajaba no tenía con que comer, pagar el alquiler del apartamento o para pagar pasaje, que empecé a interesarme, quizás por frustraciones que vamos acumulando, que comencé a imaginar cómo sería ser rico. No sé, la vida te iba presentando cosas a través de las películas, de las revistas, quizás del internet o cualquier medio, que había otras posibilidades. Luego, unos años después no estoy seguro, conocí a un amigo que me invito a conocer una idea de negocios. Para mí fue revolucionario aquello, era dentro de lo que en aquel entonces era conocido como multinivel. Poco tiempo después adaptaron el concepto y se llamó network marketing.